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El 10 de octubre se conmemora el Día Internacional de la Salud Mental, una fecha que tiene el objetivo de concientizar sobre este tema. Desde Grow-género y trabajo reflexionan sobre cómo el género influye en esta, particularmente desde la mirada de las masculinidades.
Según la OPS, en América Latina, los varones son el 77% de quienes se suicidan ¿Cómo se explica este dato? Si entendemos al género como la imposición social de roles y expectativas en función del sexo biológico de las personas, es claro que la salud mental no va a verse afectada de la misma forma en varones, mujeres o diversidades.
Desde que nacen los varones reciben mensajes que van determinando lo que se espera de ellos. Es lo que llamamos mandatos de la masculinidad: ser fuerte, no mostrarse vulnerable, disimular las emociones, tolerar el dolor, ocupar el rol de proveedor. Y estas son solo algunas de las características que debe tener un “hombre de verdad”.
Estas características se construyen como un ideal que, aunque inalcanzable para la mayoría de los varones, igualmente tiene sus efectos sobre los mismos: los costos derivados de no poder alcanzar ese modelo a seguir. Como ejemplo, podemos pensar en cómo se vive -en el marco de una familia tradicional- que un padre se encuentre sin trabajo, frente a lo que sucede si una madre está en esa misma situación. Las expectativas sociales -más allá de que en la realidad ambas personas trabajen- seguramente tendrán un impacto mayor en ese hombre.
Al mismo tiempo, y también vinculado a los estereotipos de género, los varones llegan tarde al sistema de salud. Según el estudio “Varones jóvenes e Imaginarios sobre la masculinidad”, que realizamos desde Grow-género y trabajo junto con Dove Men Care, en el que fueron encuestados 350 varones de 18 a 35 años, el 41% nunca realizó una consulta psicológica. Pedir ayuda u ocuparse de los propios padecimientos parecería ser algo asociado a mujeres, infancias y diversidades sexuales.
¿Qué podemos hacer?
Si la agenda de género ha estado siempre asociada a las demandas de mujeres y del colectivo LGBTIQ+, es fundamental comprender que estos temas también interpelan a los varones. Más allá de que sean ellos quienes ocupan posiciones de privilegio en la mayoría de los ámbitos de nuestras sociedades, los mandatos y estereotipos asociados a la masculinidad también tienen sus efectos. Costos que impactan en su salud, su bienestar, y en algunos casos en sus vidas, así como impactan sobre las personas de su entorno.
Desde Grow-género y trabajo contamos con propuestas específicas para acompañar a las organizaciones a involucrar a los varones en estas agendas. Este año lanzamos Hombres trabajando(se), un programa que, a partir de diversos ejes, tiene el objetivo de promover la reflexión y el cambio.
Mediante talleres, espacios de sensibilización, recursos lúdicos, buscamos que los participantes puedan preguntarse qué es lo que hacen -y qué dejan de hacer- por el hecho de ser varones, cómo les afecta en lo personal y en lo relacional, con foco en los ambientes laborales. Porque hacerse algunas preguntas es el primer paso para comenzar la transformación.