Por Mariano González King, coordinador del área LGBTI+
Una buena silla, una compu que funcione, día de cumpleaños libre, un sueldo que alcanza, desayunos saludables… y aun así, las encuestas de clima siguen dando mal. Quizás sea hora de abordar de manera integral el bienestar social en el trabajo.
Desde Grow- género y trabajo acompañamos a organizaciones de todos los tamaños y trayectorias para transformar el abstracto bienestar en una agenda concreta. ¡Empecemos!
El trabajo es un espacio de socialización
La dimensión social del bienestar nos habla de la importancia de los vínculos interpersonales en nuestras relaciones laborales: ¿pertenezco a mi grupo de trabajo? ¿Puedo ser auténtico/a allí o hay una parte de mí que es preferible ocultar? ¿Qué clósets tengo que armarme cada día antes de empezar la jornada? Abordar el bienestar social es interpelar directamente a la cultura organizacional, proyectada o espontánea: qué chistes se festejan, qué comentarios se repiten, qué estereotipos se cuelan cotidianamente.
Una cultura que sostiene la diversidad y la inclusión como pilares es una cultura capaz de generar entornos saludables en la heterogeneidad, dando espacio a las voces y experiencias de la diferencia. En este sentido, numerosos estudios muestran que cuando falta inclusión, el costo se paga en rotación, falta de satisfacción y creatividad perdida. Según el informe que realizamos desde Grow- género y trabajo y MundoSur, Barreras para el bienestar laboral en América Latina, un 96 % de la comunidad LGBT+ experimentó violencia laboral. La pregunta entonces es: ¿el closet es más seguro que los espacios de trabajo?
La autenticidad no puede ser un privilegio
Es hora de hablar de covering y autenticidad. Vivimos en un sistema que dice festejar la autenticidad, pero en la práctica de las organizaciones ser auténtico sigue siendo un privilegio cis, binario y heterosexual. Desde frases que ridiculizan la diferencia sexual hasta la ausencia de normativas que contemplen trayectorias diversas, pasando por violencias explícitas: existen formas sutiles —y no tanto— de fomentar el covering. Llamamos así a la necesidad de ocultar una parte nuestra para desarrollarnos en el trabajo, es decir, permanecer en el clóset al menos ocho horas al día y frente a un grupo.
Cada persona tiene derecho a decidir cómo y cuándo “salir del clóset”. Pero para que esa decisión sea libre, la posibilidad real debe existir. En el trabajo, el covering suele funcionar como un mecanismo para evitar el acoso, o incluso como una estrategia para parecerse a quienes lideran y proyectar así un plan de carrera. Sin embargo, el esfuerzo emocional de sostener esas máscaras impacta seriamente en la productividad, la creatividad y la proactividad, y tarde o temprano erosiona el sentido de pertenencia.
Algunas claves para conocer y mejorar el bienestar social en las organizaciones:
- Promover una cultura de la diversidad: donde la heterogeneidad de ideas, emociones, identidades y trayectorias sea un valor y un motor de productividad.
- Reconocer los obstáculos y trabajar para superarlos: incluir sensibilización activa para la prevención de violencias, microagresiones y sesgos.
- Construir liderazgos y equipos diversos, empáticos y comprometidos.
- Promover una cultura de la diversidad: donde la heterogeneidad de ideas, emociones, identidades y trayectorias sea un valor y un motor de productividad.
Cuando una persona puede trabajar sin tener que ocultar su identidad, todas las partes ganan: la organización se vuelve más innovadora, más productiva, más humana. Desde Grow- género y trabajo proponemos abordar el bienestar social desde su núcleo cultural: autenticidad, pertenencia y seguridad. Porque el bienestar no es un extra: es la base de un trabajo sostenible y valioso.


