Solo tres países latinoamericanos garantizan al menos 14 días de licencia por paternidad en el sector privado. En Argentina, la normativa vigente reconoce apenas dos días.
Se acerca una nueva celebración por el Día del Padre y el debate sobre la equidad en las licencias parentales toma protagonismo como cada año. Lejos de una distribución equitativa de los cuidados, América Latina arrastra una fuerte desigualdad: en la mayoría de los países de la región, las licencias por paternidad siguen siendo cortas, insuficientes o directamente inexistentes.
En este contexto, Argentina se encuentra entre los países con menor cobertura legal: los trabajadores del sector privado tienen derecho a solo dos días corridos de licencia paga tras el nacimiento de un hijo o hija, según establece la Ley de Contrato de Trabajo.
La cifra contrasta con los estándares internacionales recomendados por organismos como la OIT y Unicef, que sugieren al menos 14 días pagos para favorecer el vínculo temprano, la salud materno-infantil y la corresponsabilidad en las tareas de cuidado.
Un panorama desigual en la región
Un informe de Grow – Género y Trabajo, basado en fuentes de la OIT y marcos legales vigentes, revela que solo tres países latinoamericanos ofrecen 14 días de licencia por paternidad en el sector privado: Venezuela, Colombia y Paraguay.
Por debajo de ese umbral se ubican:
- Uruguay: 13 días
- Ecuador y Perú: 10 días
- Costa Rica: 8 días
- México, Brasil, Chile y Nicaragua: 5 días
- Bolivia, El Salvador y Panamá: 3 días
- Argentina, Guatemala y República Dominicana: 2 días
- Honduras y Haití: sin licencia por paternidad
- Cuba: sistema de licencia parental compartida, de hasta 15 meses
El promedio regional no supera los 6 días, lo que evidencia una deuda estructural con la equidad de género en el ámbito laboral.
El rol de las empresas frente a un Estado ausente
Ante la falta de una legislación robusta, algunas empresas en la región han comenzado a implementar licencias extendidas, esquemas de trabajo flexible y beneficios postnatales que promueven la participación activa de los padres en los cuidados desde el inicio.
Estas iniciativas forman parte de políticas de diversidad, equidad e inclusión (DEI) y buscan no solo mejorar la experiencia de los empleados, sino también fortalecer el compromiso, la retención del talento y la marca empleadora.
Estudios internacionales respaldan esta tendencia: los padres que acceden a licencias más prolongadas tienden a involucrarse más en la crianza a largo plazo, lo que favorece entornos familiares más equilibrados y reduce la carga desproporcionada que históricamente recae sobre las mujeres.
La corresponsabilidad como eje de transformación
Desde la campaña global #MenCare, organizaciones sociales y activistas promueven la adopción de licencias igualitarias y obligatorias para ambos progenitores. Sostienen que esta es una medida no solo justa desde el punto de vista social, sino también clave para avanzar hacia culturas laborales más sostenibles y humanas.
En este escenario, las empresas que eligen actuar más allá del mínimo legal marcan la diferencia: amplían derechos, fomentan entornos laborales más empáticos y contribuyen activamente a cerrar las brechas de género. Reconocer que el cuidado de los hijos no es una tarea exclusivamente femenina es un paso esencial para construir sociedades más equitativas.